Del 6 al 12 de julio, el cielo atraviesa una transición profunda que marca un antes y un después en la energía colectiva. El evento central de la semana, y quizás uno de los más importantes del año, es el ingreso de Urano en Géminis el 7 de julio. Después de seis años en Tauro, un signo de tierra fijo, Urano finalmente abandona un terreno que limitaba su naturaleza eléctrica, rápida y disruptiva. En Tauro, Urano operaba como si caminara con pesas: quería renovar los valores, el cuerpo, la economía y los sistemas de seguridad, pero se encontraba con la resistencia natural del signo a los cambios súbitos. En Géminis, sin embargo, Urano se activa. El aire mutable de Géminis le da movilidad, velocidad y flexibilidad. A partir de este tránsito, la revolución se vuelve mental. Se abren portales de innovación en el pensamiento, en los medios de comunicación, la educación, el lenguaje, el transporte y la manera de aprender y compartir conocimiento.
Este cambio no es aislado. Es parte de una reestructuración más amplia que se viene gestando desde principios de año. Los planetas más lentos, aquellos que marcan los procesos generacionales, han ido abandonando los signos femeninos y receptivos en los que permanecieron por años: Neptuno y Saturno en Piscis, Plutón en Capricornio y Urano en Tauro. Esta configuración, que dominó los últimos años, imprimía al cielo un ritmo introspectivo, lento, emocional y profundo, más enfocado en lo simbólico, lo interno y lo estructural. Ahora el escenario es otro. Plutón está en Acuario, Neptuno y Saturno están en Aries, y Urano pasa a Géminis. Tres de los cuatro signos activos (fuego y aire) están ocupados por planetas de largo alcance, lo que marca un cambio fundamental: el ritmo se acelera, y el tono se vuelve extrovertido, proyectivo y veloz. El pensamiento, la acción y la reacción rápida toman protagonismo.
Este nuevo paisaje celeste favorece las ideas brillantes, las soluciones tecnológicas, la innovación y las transformaciones sociales nacidas desde la mente colectiva. El trígono entre Plutón en Acuario y Urano en Géminis augura una sincronía positiva entre la necesidad de transformación estructural y la creatividad mental para lograrla. Pero esto también puede traer una saturación de información, una hiperconexión y una dificultad para el arraigo. En ese contexto, el Sol y Júpiter en Cáncer funcionan como un contrapeso que recuerda la importancia de lo emocional, de lo vincular, de lo humano. Esta semana no se trata de detenerse a sentir, sino de observar cómo el cuerpo y la mente reaccionan cuando el suelo cambia.
Marte en Virgo sigue ofreciendo claridad práctica y foco disciplinado, mientras Mercurio en Leo y Venus en Géminis potencian la necesidad de hablar, compartir, aprender y expresarse con fuerza. Es una semana de apertura intelectual, reorganización mental y liberación de viejas ideas. No todo se entenderá de inmediato, pero algo nuevo ya está en movimiento. La mente se abre, el aire se carga de electricidad y comienza una era diferente.